domingo, 3 de febrero de 2019

SE BUSCA NARRADOR

Tras el visionado de esta secuencia de la película Smoke, escrita por Paul Auster y dirigida por Wayne Wang, deberéis escribir la historia, tal y como vosotros os la imagináis. 




5 comentarios:

  1. George empezaba a estar muy cansado de su trabajo. Correr por las calles como un loco intentando atrapar a los ladrones de poca monta que robaban en su tienda se había vuelto una rutina. Al menos esta vez tuvo un golpe de suerte, el último delincuente que había perseguido había perdido su cartera en la huída. Revisó los documentos que contenía para encontrar alguna pista de donde vivía, aunque no encontró mucho más que unas cuantas fotos y un carné de identidad, pero era suficiente.
    Cuando llegó a la dirección del apartamento que aparecía en el documento de identidad, golpeó la puerta y habló para ver si alguien estaba en casa.
    -¡Hola! ¿Hay alguien en casa?- Tal vez demasiado educado para estar en casa de alguien que le había robado.
    Abrió la puerta una señora de avanzada edad, que debía de ser ciega o tener muy mala visión, ya que en un primer momento lo confundió con su hijo.
    -¿Jacob, hijo mío, eres tú? ¡Por fin has vuelto!-Dijo la señora mientras se lanzaba a abrazar a George, que supo que se refería al ladrón por el carné de identidad. Parecía realmente alegre de que su hijo hubiera vuelto, lo que hizo que George se preguntara cuánto tiempo llevaría el tal Jacob sin aparecer por casa.
    -Lo siento señora, no soy Jacob...-El rostro de la mujer se puso serio, como si hubiera perdido toda la alegría que tenía solo unos segundos atrás, aunque no por eso fue menos cortés con el desconocido que tenía en la puerta.
    - Mi nombre es George, he venido porque su hijo robó en mi tienda esta mañana.
    -Oh… lo siento mucho, mi hijo se desvió del buen camino hace ya mucho tiempo… Me temo que no puedo pagarle, ahora mismo no tengo dinero, pero entre por favor, le invito a un café.
    -No supo rechazar su invitación y pasó. Estuvo toda la tarde hablando con esa señora, hablando de su hijo, de su juventud, de él… Algo en la forma tan cariñosa que tenía de tratarle esa mujer le hacía sentir muy querido, como si estuviera hablando con su madre.
    Ella lo invitó a cenar y él no pudo negarse a tal invitación, tampoco quería hacerlo. Una vez en la mesa George estaba intentando cortar el pavo pero el cuchillo no estaba afilado y fue incapaz, así que cortó por lo sano y lo partió con las manos, a lo que la señora no mostró ningún gesto desaprobación.
    No sabría decir cuanto tiempo pasó en esa casa, cuidando de esa señora, pero en verdad en solo un día se había encariñado con esa dulce mujer. -Toma cielo, mi hijo pasó por aquí esta mañana y escondió esto en su habitación. Él se cree que no lo sé pero esta pobre ciega ve más de lo que él cree.
    La señora le ofrecía una caja, la de la cámara que había sido robada de su tienda.
    - No sé si es lo que te robó a ti, pero de todas maneras sé que no es suya. No se lo tengas en cuenta por favor.
    Por supuesto no iba a hacer nada. George quería demasiado a esa pobre anciana como para romperle el corazón haciendo que encarcelen a su hijo, no podía hacerle algo así. Fue por eso que, cuando la señora se quedó dormida, él cogió la cámara y se fue para no arriesgarse a que su hijo volviera y descubriera lo que su madre había hecho. Por supuesto antes dejó la cartera sobre la mesa (no iba a convertirse en un ladrón solo por venganza), abrió la puerta lo más silenciosamente que pudo y marchó.
    Lucía Mella Monterroso. 1º B Bachillerato.

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  2. Bonita historia, Lucía. Enhorabuena por tu creatividad y espero que sigas escribiendo.

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    1. Muchas gracias por publicarlo Irene y por supuesto que seguiré escribiendo para mejorar.

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  3. Pensé que hoy iba a ser un día como otro cualquiera pero quizás no sea así. Mi dueño está muy nervioso, lo sé porque no para de mover la pierna en la que estoy guardada.
    Estamos en una tienda, por la apertura del bolsillo veo como mi dueño coge una revista y... la esconde en el jersey, ¡qué raro!, ¿esto no habría que pagarlo? Entonces me doy cuenta, la va a robar. Es en ese momento cuando se pone a correr, ¡qué mareo!
    Me estoy acercando mucho al borde del bolsillo...¡NO...! Me he caído pero mi dueño no se ha parado a recogerme, ha seguido corriendo. Rápidamente un señor me recoge del suelo, supongo que ya tengo nuevo propietario. ¡Una pena! El anterior había conseguido llenar el vacío que sentía por dentro. ¿Lo pillas? ¡Porque soy una cartera! En fin, chistes de carteras.
    Mi nuevo propietario, creo que lo voy a llamar Carter, se pone a caminar y llegamos a un sitio en el que no había estado nunca y me abre, saca las fotos de Tom (mi antiguo dueño) que llevo dentro y empieza a observarlas.
    Me guarda en un bolsillo y lo siguiente que recuerdo es un fuerte olor a...¿pollo?
    Después de cenar, Carter me deja encima de una mesita al lado de una cámara de fotos guardada en una caja. De repente, coge la cámara y se va. ¡¿Pero es que todos los humanos roban?! ¡¿Y por qué nadie me quiere?!

    Irene Paredes Rivera.

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  4. Irene. me ha gustado mucho como has reflejado la historia desde el punto de vista de la cartera. Maravillosa historia y muy original.

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